viernes, 11 de febrero de 2011

-Qué?- me susurra evitando mirar mis ojos grises y perdidos- no es verdad -no puede sostener la mirada por mas de tres segundos. Suelta mi mano sudorosa y tensa y da vuelta su cabeza. Sus ojos me duelen: por primera vez los siento cálidos, cansados, y resignados a volver a llorar. Y lo hace.
-Perdón, es lo que siento -¿Dije perdón? ¿Por qué?- no puedo dejar que esto vuelva a suceder.
Se hace silencio, pero se escucha dolor por parte de los dos. Siguen corriendo lágrimas. Por primera vez llego a desear la muerte.
No recuerdo que me dice en este instante, pero si, que es lo suficientemente doloroso como para que yo me atragante con mi llanto. No puedo respirar, toso, y mis lágrimas me gritan, se deslizan tristemente sobre mi cara, húmeda y pálida. Tengo un ataque de nervios. Él me calma y me acaricia, busca mi mano y la sostiene con tal calidez, que algo me obliga a parar. Pero no quiero. Disfruto el dolor, gozo de llorar y saco de mi todo lo que puedo. Me doliste demasiado, pero te quiero a vos.

No hay comentarios: