sábado, 23 de abril de 2011

placeres

Siempre las mismas historias de cafés, amores, y sexo. Tenía la cabeza manchada de cafeína, y asqueada de tanto romanticismo. Del sexo no se cansaba. Podía leer miles de obras -e incluso las leyó- pero nunca eran las suficientes. Jamás supo el porqué. Simplemente, sus cigarrillos tenían otro gusto, y sus Vodkas de medianoche, eran más fuertes. La conformaba sentir ese placer. El sexo no cansa.

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