jueves, 2 de junio de 2011

cinco segundos

No tengo posibilidad de salvarme. Cada vez escucho los pasos mas cerca. Tengo miedo, y mi corazón está por estallar; puedo sentirlo saltar sin tocarme el pecho. ¿Qué hago? Me va a encontrar, lo sé. Estoy segura. Y también que escondite más idiota y predecible me busqué; ¿Pero qué otro tenía? El placar, que solo con abrirse la puerta, la madera cruje como si la torturasen. Torturasen. A mí van a torturarme. Por ahí no me vean, e ignoren buscar debajo de una cama: pensarían que nadie tendría tan poca viveza de esconderse ahí. Cada vez estoy más nerviosa; tengo las manos húmedas, y mi respiración me ahoga. Se abre la puerta. Listo, estoy acabada. De esta no salgo, me voy a morir, me voy a morir. Intento hacer un esfuerzo para despertarme: esto tiene que ser un sueño, y en uno, no hay posibilidades de muerte. Ahora debería despertarme. Dale, despertate -me obligo- pero no me despierto. Nada de esto podría ser más real, y ellos no fueron tan ingeniosos de revisar primero el placar.

No hay comentarios: